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domingo, 20 de septiembre de 2015

La única independencia posible es la independencia financiera

Durante esta crisis hemos sido testigos de muchos "iluminados" que pregonan que la única solución a nuestros males es dar un golpe sobre la mesa y decir: "¡Basta ya! ¡Aquí mando yo!". Sabemos que estamos ante una crisis económica (falta de ingresos) y política (los que tendrían que dar ejemplo están rodeados de casos de corrupción) y moral (nos gusta decir siempre lo que tienen que hacer los demás). Ni más ni menos. Aquí llegamos a un punto en el que creemos que todo cambiará solo porque venga fulanito o menganito y digan: ¡Basta ya! Y la realidad se impone ante las ensoñaciones colectivistas más narcisistas amartillando sin piedad las cabezas y segando de raíz las ensoñaciones.

Lo hemos visto en Grecia. Europa es un proyecto tan ambicioso e importante que ante las amenazas de cualquier país pequeño ni se inmuta. Es más. Se pueden hacer las cosas o por las buenas o por tu cuenta. En un mundo donde la norma práctica es la interdependencia se invoca la independencia política como solución y, obviando el absurdo, entramos en un concepto que es imposible de facto. Independencia se convierte en aislamiento. Se es independiente en la medida en la que puedes influir en el exterior o, mejor dicho, te influye menos lo que se haga en el exterior. En los años 70 el mundo financiero tembló porque EEUU se pensaba que era independiente. Tenían la bomba atómica, poder militar y poder financiero. Bastó que unos países se organizaron en la OPEP y lo derrotaron. Habían influido sobre EEUU, el Estado libre de la tierra... o quizá no era tan libre como se creía. Ahora EEUU, que aprendió de su error, es productor de petróleo. Se ha independizado.

Grecia supuso un desafío para la diplomacia europea. Se creyó independiente. Pensó que el que más tenía que perder era Europa. Resultó que no fue así pero ganó el sentido común. No era lógico lo que pedía: Una quita sobre la deuda actual, es decir, dejar de pagar (otra vez), con una solicitud de más crédito (y barato) exterior. Si no quieres pagar no pagues pero luego no pidas prestado. Así de sencillo. Algunos quieren desafiar el statu quo y verse independientes de lo que no les gusta (pagar) pero quieren mantener los privilegios actuales (ingresos) e, incluso, aumentarlos. Se piensan que pueden influir sobre los demás. Se creen independientes. Que se harán más daño los otros. Pero eso no es así. No hay nada peor para los negocios que la inestabilidad política. No por el régimen político en sí sino que ese régimen sea lo más estable posible y, además, posibilite la autorealización de su proyecto vital como empresa, como personas. Todo ser vivo necesita de un hábitat y ese hábitat es la seguridad jurídica.

Esto hablando de países o proyectos similares pero en las personas, como individuos, pasa exactamente igual. Deseamos encarecidamente ser libres, romper nuestras cadenas, encontrar nuestra felicidad y autorealización vital pero nos seguimos endeudando en exceso en objetos que solo nos reportan pérdidas, preferimos "vivir" el hoy que sobrevivir al mañana y, en definitiva, pensando que todo lo podemos arreglar con un golpe sobre la mesa y con dos c... Que siempre es otro el que tiene más que perder. Pero la realidad no es esa. Ese es un desafío en el que nos intentamos autoconvencer, autoengañarnos, sin embargo nosotros tenemos mucho que perder también. Lo mismo o más. Dependemos de esos "otros" para conseguir aquello que deseamos.

Ser libre no consiste en aislarse en una isla, valga la redundancia. Endeudarse no tiene que ser una cadena sino un trampolín para alcanzar nuestros sueños. La soledad es algo deseable como una pausa de entre el bullicio colaborativo de la sociedad. Nuestra libertad individual no es soledad, es colaboración, división productiva e interrelación beneficiosa en condiciones de igualdad. Donde no podamos ser influidos por otros, o mejor, ser influidos e influenciables por voluntad propia. Por la experiencia de estos años de crisis hemos comprobado que a todos no les afecta las crisis de la misma manera. Una sociedad es igual de libre que la libertad alcanzada por cada uno de sus miembros para autodesarrollarse.

Si trabajamos es porque queremos trabajar en algo que nos ilusiona y no porque estemos a una nómina de la bancarrota. Porque nos sentimos autorrealizados a ayudar a otras personas en un campo concreto (también vale buscar el sustento familiar). Tenemos un objetivo mayor que el simple hecho de ganar mucho dinero. Y eso es algo que empieza a tener sentido cuando hemos alcanzado la libertad en el terreno financiero porque, entonces sí, nos podemos autoproclamar dueños de nuestro propio futuro.

Un saludo.

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