"Esto funciona", "es la nueva Microsoft", etc. son comentarios que surgen los primeros meses de entrada de beneficio.
Pero llega el día en que viene el primer cliente que nos presenta la primera queja sobre el producto.
Es un día aciago porque no esperamos ese tipo de reacción después de meses de creación, de esfuerzo por terminar todos los detalles, de dedicación. Pero hay clientes que no ven ese esfuerzo, ni tienen por qué verlo también está claro, y presentan la temida queja.
Dice el Blogger Desencadenado que hay diversos tipos de clientes en el mundo, asúmelo. Pues sí, los hay de todos los tipos no sólo los que gastan sin más sino también aquellos que se gastan poco y además son muy críticos con lo obtenido.
Ante esto sólo se nos ocurre que puedes actuar de dos maneras: Gritarles que son imbéciles porque tienen en sus manos algo que, a parte del esfuerzo utilizado, es de una calidad-precio inmejorable o pasar olímpicamente de ellos.
Más vale un cliente insatisfecho que no tener clientes diría Desencadenado, y con mucha razón.
Yo propongo que antes de gritar imbécil a nadie mejor no hacer nada o una alternativa de Desencadenado: Ofréceles un descuento en próximos productos o compras.
Siempre puede resultar que al final sea un cliente asiduo, cliente insatisfecho o no es un cliente al fin y al cabo pero también es sólo eso, sólo un cliente.
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