
No es por falta de calidad en las producciones, ni por falta de talento humano (en las animaciones también hay mucho talento humano), ni por un sistema de proyección actual; simplemente el modelo no funciona.
En un mundo donde estamos acostumbrados a ver (igual no tanto a observar o contemplar) tantas películas, tanto cine, lo que resultó ser un invento sobrecogedor y espectacular donde valía la pena pagar por entrar a ver porque miles de sensaciones y sentimientos se condensaban en películas de 2 horas (el formato de 1 hora y media es relativamente reciente por ser más comercial) ahora ya no tiene el mismo "VALOR".
Con la irrupción de la televisión de HD, y la banda ancha, el cine sigue siendo espectacular pero sólo para los románticos (aún recuerdo con sentida emoción el pase de mi corto por una pantalla grande, y la sensación es cuasimágica).
Lo han convertido, se ha convertido, nos hemos convertido (da igual, el resultado va a ser el mismo), en un producto de consumo más que no "vale" lo que se puede llegar a "pagar" por ello. Aquí sí que podemos decir que la relación precio-valor no es equivalente y es, según creo, el causante de la desaparición paulatina de espectadores de las salas de cine. Cada vez se va menos al cine, aquí y en países donde las leyes "antipiratería" son más duras. El barco se hunde y las disputas por quien tiene la culpa ya no llevan a ningún sitio. ¡Sálvese quien pueda!
Es particularmente interesante el artículo de opinión (quizás autocrítica) de Isabel Coixet en el País que recomiendo encarecidamente leer.
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